La gran caja fue depositada en el lado
izquierdo de la iglesia, junto al púlpito de madera (antes de la restauración
de la iglesia existía un pequeño púlpito) y allí permaneció hasta 1960.
Durante estos casi 6 años, los
feligreses no dejaron sola a la Virgen; incentivados por el párroco, todas las
tardes muchas mujeres iban a rezar el rosario y depositar unas flores encima de
la caja y a su paso por ella, la tocaban y se hacían la señal de la cruz.
La construcción del altar tampoco
estuvo exenta de polémica. Tardaron años en su ejecución.
Si recordamos los inicios de esta
historia, el Director del Banco Local
que figuraba en el Séquito que acompañó al Ministro de la Gobernación, dijo que
haría una donación para que se construyera un monumento en el lugar donde quedo
un solo pino al lado de la lava y que este lugar permitiera la celebración de
misa.
En 1951 comenzaron las obras del Monumento (o pedestal) pero
estas obras se paralizaron sin razón aparente hasta que en 1958 se retoman para
finalizar su construcción.
Dibujo: Adelaida Pérez González
Fotografía: Ana Isabel Díaz Martín
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